Notas incompletas escritas por José Suárez sobre Akira Kurosawa
mentras asiste a rodaxe de Os canallas dormen en paz. 1960







I
Entrevista en el despacho
II
Luces roja y verde
El contraste de un sol de mediodía con la penumbra del estudio solo nos permite vislumbrar ya en el set cinematográfico el desorden del cual parece imposible que puede salir algo medianamente ordenado.
Todo “el equipo” encaramado en un practicable en plena tarea de ajustar una toma, se destaca de una sola luz con las fuertes aristas de contrastes de una sola luz
De no estar ya familiarizado con el pergenio de Akira Kurosawa lo hubiéramos confundido con un simple obrero o con cualquiera de sus ayudantes porque sin duda por no desentonar, tampoco estos llevan disfraz.
Kurosawa interrumpe el trabajo apenas el tiempo justo para un saludo y vuelve a su labor cuando nosotros iniciamos la nuestra.
Observar a un director en pleno trabajo, ahorra cualquier interrogatorio sobre todo cuando el ambiente de un estudio nos ha sido familiar en otro tiempo. Tan familiar que súbitamente adquirimos conciencia de nuestra misión y tratamos de pasar desapercibidos. Quien lo diría en el medio más desordenado…
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El intérprete me hace compañía mientras transcurre el tiempo necesario para entrar en el estudio en plena filmación. Descarto la idea de intentar un ensayo crítico sobre la obra de Kurosawa como realizador. Ante todo, no ha sido esa mi intención ni pienso, por otra parte, acumular más lugares comunes sobre la literatura que se sucede desde la aparición de Roshomon.
Pienso que la labor de cierta crítica al tratar de descubrir símbolos y significados esotéricos sobre la obra de un director puede conducir a la desorientación, cuando no a cierta desconsideración hacia el espectador.
Kurosawa, ya lo hemos visto entiende que cuando un film necesita aclaración o interpretación es porque su director ha equivocado su camino. Y ahí está su obra para corroborar tal opinión: el no plantea enigmas sino que los resuelve con diafanidad. Pensemos en Vivir (Ikiru, 1952. (Vivir) por tratarse de un problema que por igual alcanza a toda la humanidad a cualquier espectador, prescindiendo de su forma narrativa que a mi me parece magistral, pero que es susceptible de Rashomon, no nos habla a nosotros tal vez, con el mismo acento con que se dirige a un japonés: ellos han leído a Kamo Chomei para comprender en toda su significación ese confuso período de la vida del Japón y de Kyoto, más concretamente, que de modo tan magistral nos recrea el director; en su mundo el diálogo con los espíritus que pueblan el más allá ha superado las barreras de todo racional; la vida del bandolero del bosque de la época feudal les es familiar a través de una profusa literatura infantil; y sin embargo todos sus valores nos son accesibles tal vez por otros caminos pero con igual intensidad, porque nos llegan a través de un idioma universal. El final del Trono de sangre que tanto ha señalado la crítica occidental, es para los japoneses me atrevo a afirmar,
una obra de jerarquía. O ya no puede uno fiarse” ni de su padre”
Es director caro: decorados, derroche de luz, y rodaje con dos cámaras. En La Fortaleza escondida utilizó unos 40.000 m de negativos.
Meticuloso en su trabajo, cuida el menor detalle; controla la fotografía, ajusta el encuadre, realiza el montaje.
Uno de sus ayudantes nos asegura que el Mácbeth de Kurosawa supera el de Orson Wells. Preferimos creer que la comparación no es posible entre ambas interpretaciones de la obra de Shakespeare, y que nada tendrán que ver entre sí, salvo el tema. Los dos films serán sobresalientes. Hemos visto el de Wells y esperamos poder ver el de Kurosawa. No llegó a nuestras pantallas. En Venecia si mal no recordamos, estuvo a punto de obtener el primer puesto. Jean Cocteau no le ha regateado elogios
Kurosawa Tenno
Cámaras Michel- Negativo Eastman Kodak- Micrófono R.G.A Victor.
No le gusta que le retraten. A nosotros tampoco nos gusta mucho retratar. El se ve obligado a sacrificarse, nosotros también. Sirva esto como disculpa si es que los buenos……
AKIRA KUROSAWA – KUROSAWA TENNO
Se enciende la luz verde al apagarse la roja y podemos entrar en el estudio. Al apagarse la luz roja queda abierto el paso libre para entrar en el estudio,
Igual que en el cruce de cualquier calle, claro que en un estudio cinematográfico, las luces no son cosa de juegos y la verde solo permite el paso a quienes previamente han obtenido el pertinente permiso.
Antes de dedicarse al cine era pintor. Una productora publica un aviso en busca de nuevos elementos que puedan renovar, o elevar, el nivel de la producción. Acuden al concurso quinientos aspirantes para cinco plazas de argumentistas, o director o ayudante. Kurosawa sale airoso de las pruebas
Exigidas y obtiene uno de los cinco puestos. Solicitó el consejo de su padre y este le anima: “La vida es una continua experiencia; acepta, y si no estás conforme con tu trabajo, algo habrás aprendido”.
Comienza sus realizaciones durante la guerra, lo cual significa que ni el tema ni la forma de tratarlo dependían de su voluntad. Pesaban sobre cualquier realizador, las limitaciones naturales del momento, para Kurosawa, además no era conocido. Sus primeras películas giran alrededor de los temas clásicos, totalmente al margen de cualquier riesgo a que pudiera conducirle su tema actual.
Tras el período de incertidumbres y aprendizaje de la técnica cinematográfica se siente en una posición que le permite aceptar la responsabilidad de las grandes realizaciones: Rashomon, Los siete samurais,
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La Fortaleza escondida….
En la actualidad realiza un tema de nuestro tiempo.
Durante su trabajo acepta sugestiones de sus colaboradores y de actores. Controla minuciosamente los encuadres fotográficos y el mismo cumple las labores de montaje.
KUROSAWA TENNO (Emperador Kurosawa) le llaman algunos y si este calificativo pudiera aplicarse a un director cinematográfico, nadie más digno que él para ostentarlo, agregamos nosotros…
Kurosawa, se nos asegura, que el no acepta trabajos que él no estime dignos, y, de acuerdo con mis convicciones estéticas, rechaza muchas de las imposiciones de los productores.
El 23 de marzo ha cumplido 50 años (nace en 1910). Si se le restaran diez no lo delataría su físico. Es alto, enjuto, de suave apariencia, pero irradiando una energía poco común que delata su penetrante mirada que pasa por nosotros reiteradamente pero sin detenerla y por la firmeza de sus gestos.
Al entrar en el estudio lo reconocemos por el recuerdo de su estampa fotografiada reiteradamente, de otro modo podríamos haberlo confundido con un obrero, o con uno de sus asistentes porque en su estudio tampoco los asistentes se disfrazan.
Kurosawa estima como una de sus mejores películas El idiota de Dostoiewski que figura entre sus trabajos iniciales. Rashomon, no fue muy celebrada en el Japón, pero su consagración en Europa la hizo popular. Nadie es profeta en su tierra: Falla, Cajal y los propios clásicos japoneses del grabado en madera.
Actualmente está rodando un argumento original, del que son autores Kurosawa, Ogumi, Hisaita, Kikushi, Hashimoto.
Trata un tema de actualidad sobre una “enfermedad” acentuada en nuestra época. En clásico argentino podría llamarse “La cocina” pero en japonés tiene un título complicado cuya traducción más o menos literal sería: “Duermen mejor los peores” (Warai yatsu hodo yoku nemuru, 1960. Los canallas duermen en paz)
Las concesiones a un final comercial se sacrifican los infelices mientras los canallas encumbrados quedan a salvo, es decir; “la cuerda rompe por lo más flojo” ¡Luego dirán que Oriente es otro mundo!
A juzgar por los planos, cuyo rodaje hemos presenciado, asoma el melodrama en el tema; pero una película consta de cerca de mil planos y sería absurdo anticipar juicios. Y si Kurosawa afrontara un melodrama sería hacer…